El Deseo de Saturno en Casa VIII



Venus cual mariposa alegre y despistada primavera se dejo engañar por el maestro del camuflaje, al primer paso que dio sobre sus dominios se percato de que aquella tierra que pisaba la retenía inexplicablemente pues vió a su alrededor que nada brillaba, nada florecía, que el viento era seco y frío, que tan sólo se escuchaba el tiempo de un reloj de arena, un susurro silbante, y constante.
Una atmósfera melancólica la engullía.
Quiso marcharse.
Lo quiso de verdad pero la melancolía era más fuerte, no sabía de dónde venía, era desconocida pero a la vez tenía la certeza de que siempre la tuvo cerca, rondándole tras las esquinas, y mientras el tiempo serpenteaba sin pausa por aquel inmenso reloj de arena, la columna vertebral de Venus se iba  descalcificando hasta derrumbarla.
Intento en vano seducirlo con toda la sensualidad que anidaba en ella pero lo único que conseguía es que el tiempo se deslizara con más rapidez.
¿Tan nervioso te pongo? ¿Dónde va a parar el tiempo? ¿Y mi tiempo, dónde está? ¿Dónde va el tiempo que sobra? Ése tiempo desperdiciado, ése tiempo perdido en el que hacemos y decimos cualquier cosa con tal de que las manecillas del reloj no nos aplasten ni nos desnuden ¿Lo capturas tú, Saturno?
Mi tiempo se acaba, tengo miedo y no puedo moverme.
Bésame Saturno.
Ven, bésame, bésame ya y dame la muerte.
Tentado estuvo pero se contuvo.
La deseaba, claro que la deseaba e intensamente pero con un suspiro de vida al borde del abismo.


Imagen: Gil Bruvel

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Este es de concurso.
Que bueno... y ese final es GENIAL.

Besos.

May Mercurio dijo...

Gracias Toro!
Bona nit i que somies amb petons sense banderilles.